El Cerebro Abdominal

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Stella Maris
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#1

Mensaje por Stella Maris »

Fecha: 22-10-07
El cerebro abdominal
Por el Grupo de Apoyo y asesorías D.A.H E-mail: dahjm@hotmail.com


El doctor M. Gershon, jefe del Departamento de Anatomía y Biología celular de la Universidad de Columbia y autor del libro EL SEGUNDO CEREBRO afirma que los seres humanos poseen dos cerebros, uno ya conocido, ubicado en nuestras cabezas y otro localizado en las entrañas.
En una entrevista publicada en el New York Times, este facultativo expresó, "El sistema nervioso entérico es un vasto almacén químico en el que están representadas todas y cada una de las clases de neurotransmisores que operan en nuestro cerebro".

Este segundo cerebro está constituido por un nudo de nervios cerebrales en el tracto digestivo. Se piensa, lo constituyen alrededor de 100 mil millones de células nerviosas casi tantas como las que forman el cerebro cefálico.
Las estadísticas confirman que el 40 por 100 de los pacientes que son vistos por los médicos internistas presentan problemas gastrointestinales. La mitad de éstos tienen trastornos funcionales, es decir, que sus órganos digestivos no trabajan adecuadamente, pero nadie acierta a explicar por qué, ya que ninguno presenta alteraciones anatómicas o químicas.

Debido a que el segundo cerebro trabaja en la oscuridad, a menudo es infravalorado por los médicos como fuente de patologías, señala el profesor Gershon.
¿Pero qué necesidad hay de tener dos cerebros?
El investigador opina, que se trata de una adaptación evolutiva mas, de cuando nuestros predecesores emergieron del cieno y adquirieron una espina dorsal, y desarrollaron un cerebro en la cabeza y un estómago con una mente propia.
Según Gershon, el cerebro principal delegó las funciones digestivas a un segundo cerebro, para dedicarse a otros menesteres relacionadas con la supervivencia tales como la caza, la huida ante posibles enemigos y la búsqueda de pareja.

Desde entonces, los dos sistemas nerviosos –el central y el entérico– han evolucionado en forma paralela, alcanzando ambos su mayor complejidad en el ser humano.
En palabras de Michael Schemann, fisiólogo de la Facultad de Veterinaria en Hannover, Alemania, “si el encéfalo hubiera asumido las tareas del cerebro entérico, nuestro cuello debería tener un diámetro formidable, para dejar paso a los manojos de fibras nerviosas que manejarían nuestras tripas”.
La función principal del aparato digestivo es la de aportarle al organismo agua, sales y nutrientes. El cerebro abdominal por lo tanto esta preparado para reaccionar ante cualquier distensión de la luz intestinal así como también a la presencia de toxinas intestinales y gérmenes patológicos que puedan alterar los movimientos o la calidad de las secreciones intestinales.
Ambos cerebros están muy interrelacionados por medio de fibras nerviosas y aunque el cerebro digestivo recibe en todo momento información del cerebro craneal, éste no le dicta como debe funcionar.
El flujo de información que se transfiere desde el aparato digestivo a la cabeza es mayor que el número de ordenes que corren en sentido inverso.
El Profesor Wolfgang Prinz, piensa que la red estomacal puede ser el origen de decisiones inconscientes que el cerebro principal reclama posteriormente, como una decisión consciente de él mismo.

La naturaleza ha querido que los intestinos cuiden de sí mismos y puedan controlar funciones tan vitales como son los movimientos peristálticos del aparato gastrointestinal, la absorción, la proliferación de las células mucosas y la defensa contra agentes patógenos, un cometido que realiza en colaboración con el sistema inmunológico.
Es importante conocer que el túnel gástrico hospeda a más de 500 especies de microorganismos, algunos de los cuales son potencialmente letales. Recientes investigaciones confirman que el sistema nervioso entérico se forma a partir de células que migran hacia el aparato digestivo desde tres puntos distintos de una estructura embrionaria llamada cresta neural.

El resultado de la partición, son dos cerebros conectados entre si por los nervios vagos y la médula espinal. A medida que descendemos por el tubo digestivo, el cerebro cefálico va cediendo su poder a su colaborador gástrico.
La primera manifestación de la mente entérica, se hace notar en los movimientos peristálticos del esófago inferior, que todavía precisan de la intervención del SNE (sistema nervioso entérico) para su coordinación.
Esta actividad gastrointestinal está en manos de una de las dos partes en que se divide el cerebro abdominal. Nos referimos al plexo mientérico o de Auerbach, que descansa entre las capas musculares longitudinal y circular de la pared intestinal.
El otro plexo, que ocupa la zona submucosa, recibe el nombre de submucoso o de Meissner, y controla fundamentalmente la secreción y el flujo sanguíneo local.
Un poco más abajo, el cerebro vuelve a tomar el control, justo a nivel del esfínter gastroesofágico, la puerta que permite el paso de los alimentos deglutidos hacia el estómago.
Emeran Mayer, de la Universidad de California en los Ángeles, estudia las relaciones entre los dos cerebros.
Por ejemplo, si a un grupo de voluntarios se les dilata el intestino grueso con un globo inflable hasta que sientan dolor, se puede registrar la reacción que se produce en el cerebro de personas sanas y en enfermas con síndrome de colon irritable.
En la imagen, se puede ver, que las que padecen de colon irritable, presentan (en color violeta), actividad en las zonas de malestar (1) y de la memoria emocional (2), y memorizan con mayor persistencia el dolor causado por el ensayo.
Sin embargo, las personas sanas (color amarillo) estimulan las regiones de represión del dolor en el tallo cerebral (3) y en la parte frontal del cerebro (4).

Cuando el colon irrita la masa pensante
Los estrechos vínculos entre esta pareja de cerebros empiezan a ser precisados por los científicos, lo que ayudará a comprender el origen de ciertas patologías gástricas y psíquicas, según dice el profesor Gershon.
Las similitudes estructurales y bioquímicas entre ambos, explican por qué los medicamentos destinados a solventar los trastornos mentales afectan a los intestinos, y viceversa.
Por ejemplo, la secretina duodenal está siendo probada como posible tratamiento para los niños autistas.
Un conocido fármaco contra la migraña calma los intestinos hiperactivos. Los antidepresivos, en cambio, provocan trastornos digestivos.
Sin ir más lejos, el Prozac, que actúa aumentando la concentración de serotonina en los circuitos neuronales, puede desajustar el movimiento reflejo peristáltico, lo que a veces desencadena problemas de estreñimiento o diarrea.
La última terapia experimental contra el síndrome de colon irritable se basa en el estudio del cerebro abdominal. Esta patología, que afecta al 20 por 100 de la población, causa dolores abdominales, evacuación irregular y acumulación de aire en los intestinos.
Los médicos desconocen por qué el colon de estos pacientes funciona mal. Sin embargo, el profesor Mayer cree que la causa de este síndrome, al igual que la de una cincuentena más que afectan al sistema gastrointestinal, está en una mala comunicación del sistema nervioso entérico con el cerebro.
Este neurólogo alemán ha descubierto que parte de los mensajes del cerebro intestinal llegan al cerebro emocional, una región del cerebro que, entre sus muchas funciones, modula las sensaciones desagradables del cuerpo.
En los pacientes afectados por el síndrome de colon irritable, el sistema límbico tiene un umbral de sensaciones negativas anormalmente bajo, por lo que las señales molestas de baja intensidad producidas en los movimientos intestinales, que en las personas sanas son suavizadas y anuladas, son percibidas como dolorosas.
“Curiosamente, los deprimidos y ansiosos muestran unas alteraciones similares”, dice el profesor Mayer.
Esta manifiesta hipersensibilidad podría estar provocada por situaciones de estrés mantenido, que menoscaban el buen funcionamiento entre los dos sistemas cerebrales.
Gershon afirma que lo que ha sido considerado tradicionalmente como enfermedades digestivas psicosomáticas, por conflictos que se generaban en el cerebro emocional, se asocian ahora en cambio con anormalidades propias y reales del cerebro intestinal.
Las investigaciones en esta dirección han dado, hasta la fecha, resultados muy difusos, pero los científicos no dudan de que nuestro cerebro entérico tiene todavía muchas cosas que revelarles en el futuro.

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oasisestoa
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#2

Mensaje por oasisestoa »

Estella marís muy interesante esto que has copiado aquí y ya había leído estudios similares por internet.

Sabes estella lo curioso es que post como estos suelen tener respuestas cero, porque a nadie le interesa ni oír ni hablar de neoronas transmisoras, ni de dos cerébros ni nada que pueda enlazarse o hacer pensar en algo emocional.

Está claro que la gente prefiere la chamanería, las brujas y los milagros como la cecopexia, la fantasía y no enfrentarse con la realidad.

Si se lee atentamente este documento que ha depositado estella, se llegan a muy sabias conclusiones y una de ellas es que les da a muchos sindrome intestinales donde mas les duele!!! en lo emocional.
Xose
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#3

Mensaje por Xose »

IMPRESIONANTE !!! :shock: , BUENISIMO EL ARTICULO, gracias
elisa
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#4

Mensaje por elisa »

Muy bueno si :wink:
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Siivarianza
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#5

Mensaje por Siivarianza »

STELLA, ¡¡BRAVO!! =D> Muy buen artículo.

hey oasisestoa, nada de respuestas cero, busca mis post.......... :wink:

abrazos.
S.
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Stella Maris
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#6

Mensaje por Stella Maris »

Gracias :wink:
Jeromín
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#7

Mensaje por Jeromín »

Muy bueno el artículo, muy interesante. Pero no deja las cosas suficientemente claras. He visto que algún forero ha sacado algunas conclusiones, creo, precipitadas.

Yo entiendo que hay dos cerebros, según la investigación, y que el cerebro entérico trabaja independiente del cerebro porque es una especie de adaptación evolutiva, para dejar a este último otro tipo de tareas, digamos, más cognoscitivas.

Osea que el cerebro no manda sobre el cerebro entérico. Éste es independiente, hasta cierto punto, del primero.

Además, está probado que alteraciones sobre el sistema nervioso entérico producen efectos sobre el centro de las emociones del cerebro. No hacía falta que lo dijeran. Eso lo hemos experimentado todos. Osea, que el estado del sistema digestivo afecta a la amígdala (el centro de las emociones, para el que no lo sepa). La amígdala es una estructura cerebral mucho más antigua que el neocórtex, que es donde reside el razonamiento. Es decir, nuestros antepasados 'no sapiens' ya notaban emociones negativas cuando les fallaban los intestinos.

Osea, que las emociones y los problemas gastrointestinales están relacionados (ahhhhhhhh!!!!!) pero la relación es más bien de éstos últimos sobre las primeras (ohhhhhhhhh!!!!!!!).

Evidentemente, cualquier medicamento que actúe sobre los neurotrasmisores actúa en el cerebro (que para eso se desarrolla) pero lo hace también sobre el cerebro entérico (efecto colateral previsible puesto que están hechos ambos de la misma materia, neuronas).

No tengo la menor duda de que este artículo deberían leerlo los médicos que sostienen que el SII está producido por problemas emocionales. A ver si así se enteran de una vez que los problemas emocionales no son la causa, si no la consecuencia.
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